Recuerdos que duelen

I ENTREGA

Texto: T. Morales. Vídeo: M. Velásquez y R. Zeledón

A mis 13 años de edad, cursaba primer año de secundaria. Me habían cambiado de colegio así que todo era nuevo para mí. Nuevas amigas y amigos, nuevos profesores y nuevo horario escolar. Iba por las tardes y en transporte público. Aunque no era el colegio que quería, tenía que asumir el nuevo reto. Creía que ese era el mayor problema al que se puede enfrentar una adolescente.

Pero los problemas de Irene eran devastadores. A sus 13, cuando su cuerpo apenas se estaba desarrollando, le fue arrancada de cuajo toda su inocencia y su adolescencia, hasta que su verdugo la convirtió en madre a los 16 años producto de infinitas violaciones.

La crió su abuela, pero al encontrarse enferma, la llevó a vivir donde su madre. Lo que nunca imaginó, es que su padrastro le haría añicos  la vida. El infierno comenzó con espionajes en el baño. En las noches, casi dormida, le tocaba sus pechos y sus partes y cuando la violó por primera vez, la encerró en un cuarto de un rancho alejado de la casa.

Foto: J.Tenreiro Fernández

Le ataba las manos a un árbol y como Irene forcejeaba, le golpeaba para que abriera las piernas. Con la voz entrecortada, me cuenta vía skype, desde Nicaragua, que en una ocasión cuando el sueño la vencía, lo sintió encima de ella. «Le pegué un mordisco en el pecho y me golpeó en la boca, me aventó un balde de agua y yo toda remojada en la cama (…)”.

La llevaba a la montaña a recoger leña y ahí la amenazaba de muerte si le contaba a alguien lo que pasaba. “Aquí te voy a traer y aquí te van a comer los zopilotes (aves de rapiña), te voy a volar la cabeza con el machete, nadie va a saber quién te mató” le decía. Por eso calló siempre.

Cuando se atrevió a contárselo a su mamá, le dijo que callara. También era otra víctima. Hasta hoy, Irene se pregunta si su madre tenía miedo a las palizas o a quedarse sola.

Llega la primera hija

A los 16 años, yo cursaba el penúltimo año de secundaria. Era la época de fiestas, reuniones de estudios y bailes en las presentaciones culturales del colegio. Lo que una adolescente “debería” estar viviendo.

Irene, sin embargo, salió embarazada después de tres años de violación continua. Sentía vergüenza y se sentía sucia. Y le parió cinco hijos. Con el tercero quiso fugarse pero no fue capaz. “Siempre tuve ese deseo de salirme pero al mismo tiempo regresaba por mis hijos y porque no tenía apoyo, me sentía sola totalmente”, expresa.

Empezó a ver la luz

A los 25 años decidió irse y dejó a sus hijos con su violador (padre) y su madre (abuela). El violador le arrancó el cariño de sus hijos, que es lo que más le duele. En el camino conoció el verdadero amor con el padre de sus últimos tres hijos.  Aún así al final del túnel, vio la luz. Hoy se siente libre porque ríe, platica, va a fiestas, trabaja y bromea. Cosas tan cotidianas que nunca imaginé que una muchacha no podía hacer.

Se despide entre lágrimas y con esos recuerdos brutales que la acompañarán toda la vida. Lo que más rabia le da, es que este delito no haya sido condenado aún.

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Foto: Fide Ávalos. Revista La Boletina

¿Cuántas niñas y mujeres hay en el mundo con historias similares que están ocultas?.

Las caras de la violencia son múltiples. En este vídeo te mencionamos algunas situaciones para estar alerta y puedas detectar la violencia psicológica, en tu relación de pareja. Puede que seas víctima y no te des cuenta. Dale click.

 Espera la próxima semana la segunda entrega del especial que hemos preparado sobre la violencia de género.

6 comentarios sobre “Recuerdos que duelen

  1. Que triste historia, pero bueno que se haga saber para que a nuestras niñas no les pase lo mismo.
    Todos tenemos que aprender a reconocer este tipo de crimen y DENUNCIAR ..Gracias Ciudad Latina por dar la cara por esas mujeres maltratadas y por gritar : Ni una más.

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