«Me lo mataron esos asesinos»

Por T. Morales Orozco

«Esto ha sido duro para mí porque no pude ver a mi hijo», me dice entre lágrimas doña Elena. Han pasado 12 días del asesinato de su hijo menor Celso Josué Díaz Sevilla.

Sus hijos la llamaron varias veces por teléfono en la madrugada del domingo para saber si se encontraba sola o acompañada y poder darle la fatídica noticia. Eran las 13:00 horas cuando Jimmy el hijo número dos, se lo comunicó.

No hay peor dolor que no poder enterrar a un hijo. «Me le mataron, esos asesinos me lo mataron», me dice doña Elena al otro lado del teléfono. Por la falta de documentos en regla, no viajó a Nicaragua a despedir el cuerpo de su hijo. Llora. La dejo por unos minutos que se desahogue. El boleto aéreo lo tenía, pero el resto de sus hijos le indicaron que no llegaría hacer nada, que a su hijo ya lo habían enterrado.

Celso Josué Díaz Sevilla, mejor conocido como Checho, es una víctima de la masacre cometida por el gobierno de Nicaragua presidido por Daniel Ortega, donde las fuerzas regulares y paramilitares cometieron en abril de 2018 crímenes de lesa humanidad, según organismos internacionales de derechos humanos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Checho vivía en Mateare, municipio ubicado en la parte oeste de Managua. Con 19 años su vida quedó truncada la noche del 21 de abril cuando una bala le atravesó la espalda y le salió por la garganta. Quedó tumbado boca abajo en medio de un charco de sangre. Uno de los amigos que caminaba con él en las manifestaciones de su ciudad, no pudo hacer nada, también huía de la ráfagas de balas.

Foto: cortesía de la familia

Elena Sevilla, madre de Checho, es migrante en España desde hace dos años. Vive en Mondragón, una ciudad que queda a más de 40 kilómetros de Bilbao, en el norte de España. Decidió migrar -con dinero prestado dejando hipotecada su casa-, porque «la situación económica estaba bien ‘fregada’ y pues para ayudarle a mi familia me vine, por lo menos hacer mi casa porque esa es mi meta que traía y que tengo en mi mente; y a mi hijo yo lo mantenía, yo le daba de comer, vivía en mi casa pero yo nunca me esperé tener este golpe», moquea.

Solo le queda el recuerdo de su hijo muy trabajador, dice. Actualmente tiene poco trabajo y cree que si se encuentra sola en casa, puede cometer una locura. «Aquí yo no tengo a nadie, estoy sola aquí. Estoy donde una amiga porque yo no puedo estar sola. La psicóloga me dijo que no lo esté, que esté siempre acompañada porque yo sola quien sabe lo que haría con todo esto que me está pasando».

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Si se regresa a Nicaragua, perdería todo el esfuerzo y tiempo que lleva en España. Perdería la opción de una autorización de residencia por razones de arraigo social como lo establece el artículo 124 del decreto 557/2011, de 20 de abril, que refiere a los derechos y libertades de los extranjeros en España. En dicho artículo se establece que se podrá conceder una autorización de residencia por razones de arraigo social a extranjeros que acrediten la permanencia continuada en España durante un periodo mínimo de tres años. Y se tendrá que aguantar, le queda un año para poder aplicar a la legalización.

Checho se había unido a las protestas en contra de las reformas al Seguro Social, impuestas por el gobierno de Ortega. Eran las 22:30 de la noche cuando se encontraba en la carretera y en eso apareció una camioneta de la alcaldía con dos motorizados que llegaron violentamente, «algunos de los chavalos se corrieron y entre ellos iba mi hermano, a otros los agarraron y según nos cuenta el otro testigo que sobrevivió, una moto los siguió y les disparó y él miró que mi hermano cayó boca abajo y cuando cayó ni se movía ni nada, una muerte instantánea. Este testigo que salió corriendo, fue a buscar a otros amigos a decirles que habían matado a mi hermano … la policía se había ido y lo dejaron tirado», me narra Jimmy, uno de los hermanos mayores.

Al enterarse de la noticia otros dos hermanos, se dirigieron a la policía a poner denuncia y solicitaron el levantamiento del cadáver, pero después de dos horas no llegó nadie explica, «lo levantamos casi a la 1:30 de la madrugada porque la policía brilló por su ausencia. Lo levantamos y lo llevamos donde una tía de nosotros para poderlo velarlo allí».

En vez de llevar el cuerpo a Medicina Legal prefirieron llevarlo al centro de salud en busca de una autopsia; el diagnóstico fue que una bala entró y salió a la altura del cuello. «Los muertos que se estaban llevando a Medicina Legal, la policía tenía que extender un escrito en el que decía que ellos no se hacían responsables de nada, se les quitaba toda culpa de cualquier muerte y varias familias firmaron sino no le daban a sus muertos. Nosotros no lo llevamos a Medicina Legal sino hubiese pasado por lo mismo», argumenta Jimmy.

Documento que le entregó el centro de salud de Mateare a la familia

Lo que más le duele a doña Elena es que a través de fotografías ha tenido que comerse el dolor de verlo tirado en el charco de sangre o en el ataúd donde lo iban a enterrar, «yo les dije que me mandaran fotos pero ellos no querían, porque para mí era mentira y empiezo a llorar y llorar. En las noches no puedo dormir, yo a las tres, cuatro de la mañana me vengo quedándome dormida».

La familia en Managua acudió al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, CENIDH para denunciar el asesinato. Checho se encuentra en la lista verificada de este organismo no gubernamental. Al preguntarle a Jimmy si confían en las investigaciones tanto de la policía como del Ministerio Público, muestra total desconfianza, porque la policía les ha argumentado que no saben quienes fueron, «pero eso es falso ellos saben aún la alcaldesa sabe porque andaba involucrada la camioneta de la alcaldía y cuando mis hermanos fueron a poner la denuncia ella estaba en ese momento en la policía».

En Nicaragua ya la gente ya no quiere diálogo dice Jimmy, sostiene que la máxima autoridad local de Mateare sabe quiénes son los culpables, «cuando se habló con la alcaldesa lo menos que pronunció fue que iban a entregar al culpable, más bien que quiso ofrecer ayuda monetaria para los gastos por el entierro pero con respecto a entregar a los culpables y yo estoy seguro que ella sabe quién fue».

Doña Elena a miles de kilómetro exige justicia y desea que «esa gente se vaya del poder, se tienen que ir porque esto no se va a calmar, esto va a seguir… por todos los chavalos que mataron y por todas esas madres que miraron a sus hijos y yo que no miré al mío», con la voz quebrada pero firme en su deseo.

Checho era un joven trabajador, amigable y soñador. Soñaba con un país libre de represión. Soñaba con mejores oportunidades para él y el resto de amigos. Soñaba con tener a su madre cerca. Soñaba en darle un mejor futuro al hijo que no conoció porque aún crece en el vientre de su mamá.

8 comentarios sobre “«Me lo mataron esos asesinos»

  1. Los policías apuntaban y disparaban con armas de fuego tipo AK 47, a la población que protestaba por las reformas den INSS, no disparaban a discreción, escogían a sus víctimas…. asistí varias emergencias durante los enfrentamientos en Managua y Granada… muchos compañeros bomberos y yo, decidimos apoyar a los manifestantes de manera personal y no institucional, ya que Rosario Murillo prohibió la asistencia de todos los bomberos…!!

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    1. Es inmoral y un delito omitir auxilio y las personas que no no asistieron deben ser responsables de estas acciones Harrison. Pudieron salvarse vidas si se les hubiese dado la atención oportuna. Saludes y gracias por comentar. (Tamara)

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  2. Créanme que comparto el dolor de esta señora, debe ser algo terrible, pero espero que la consuele saber que la sangre de su hijo, es el abono perfecto para la germinación de una semilla, que es la lucha que concluirá en el derrocamiento de la dictadura. Que Dios la bendiga y le de resignación. Paz a los restos de su hijo.

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  3. Por todos los chavalos y las chavalas que mataron como Checho, la población sigue indignada, sigue reclamando justicia. Gracias Elena por ese valiente testimonio. Los sueños de las y los jóvenes como Checho, nos mantienen. Gracias amigas ade Ciudalatina.

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