«El exilio una cuestión violenta»

Por T. Morales Orozco

Preparó las maletas y metió toda la ropa que pudo para viajar hacia Europa en nombre de la Caravana Informativa de Solidaridad Internacional con Nicaragua. Se pretendía contrarrestar la campaña mediática que el gobierno de Daniel Ortega en el exterior pretendía instaurar en contra de estudiantes universitarios y población en general.

Jessica del Socorro Cisneros Poveda, es integrante de la Articulación de Movimientos Sociales y Organizaciones de Sociedad Civil. Tiene 26 años. Es bajita, delgada, pelo riso, piel morena y unos ojos hermosos que por su mirada denoté tristeza y cansancio tras el recorrido de más de un mes, en más de cinco países y ciudades europeas, con agendas cargadas de reuniones.

Foto: cortesía

En ese recorrido fue agredida y envuelta en una campaña de desprestigio, «se nos acusaba de estar en eventos en Europa solicitando dinero para comprar armas y bombas y financiar las protestas en Nicaragua, cuando se ha demostrado que estas manifestaciones se han mantenido gracias a la solidaridad que nos caracteriza a nosotros desde el hecho de las comidas, de refugiar a las personas perseguidas, desde que las herramientas y/o conocimientos que sabes los has puesto a disposición del pueblo», explica.

Igual que Jessica, Yerling Aguilera es integrante de la Caravana. Tiene 26 años, es socióloga, activista política, defensora de derechos humanos y profesora universitaria de la Universidad Centroamericana, UCA, hoy no puede volver a Nicaragua por el aumento de la represión, la persecución y la campaña de criminalización; variable que no evaluó al momento de salir del país, «a partir de todo ese escenario llegamos a la conclusión que no habían condiciones óptimas para nuestro retorno; sobretodo porque había gente que estaba saliendo del país y las casas de seguridad se estaban reduciendo limitando porque se había intensificado la operación limpieza por parte del gobierno. Entonces bajo ese escenario es que llegamos a tomar la decisión de que no era posible regresar a como lo teníamos contemplado».

Otra persona que se encuentra fuera, es Fidel Ernesto Narváez Espinales, abogado de 29 años, de ojos achinados, de estatura alta, pelo liso y ex profesor de la Universidad Politécnica, UPOLI. Salió forzosamente de Nicaragua a finales de abril por ser blanco perfecto para las huestes de Ortega debido a su participación en las protestas universitarias.

Foto: cortesía

Los tres decidieron solicitar protección internacional ante la posibilidad de ser acusados de terrorista, a través de la Ley contra el Lavado de Activos, la Financiación al Terrorismo y a la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva impone penas de entre 15 y 20 años de prisión por el delito de terrorismo. Ser crítico al gobierno, haber participado en los tranques, asistir a las protestas o manifestaciones ó informar la narrativa de quienes se enfrentan al poder de Ortega-Murillo les ubica en la línea roja.

La protección internacional engloba el derecho de asilo y el de la protección subsidiaria, consiste en la no devolución ni expulsión de las personas a quienes se les haya reconocido estos derechos mientras subsistan las circunstancias en virtud de las cuales se les concedieron.

El asilo es un derecho reconocido internacionalmente que consiste en la protección a un extranjero no comunitario o a los apátridas, a quienes se reconozca la condición de refugiado.

Refugiado/a es toda persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede o, a causa de dichos temores, no quiere, acogerse a la protección de tal país. Al mismo nivel del derecho de asilo, existe el derecho a la protección subsidiaria que se otorga a aquellas personas de otros países y a los apátridas que, sin reunir los requisitos para obtener el asilo o ser refugiados, si regresasen a su país de origen o, al de su anterior residencia habitual en el caso de los apátridas, se enfrentarían a un riesgo real de sufrir daños graves a su integridad, y no pueden a causa de dicho riesgo, no quieren, acogerse a la protección del país de que se trate.

Jessica aún no asimila muy bien estar fuera de Nicaragua. Su voz se quiebra y en la esclerótica de sus ojos, una lágrima se asoma. Calla por unos segundos, la dejo. Me comenta que es un tema difícil y aunque lo ha platicado con su entorno inmediato, no logra digerir bien su actual realidad porque tuvo que dejar su vida, «la vida que tenía antes ya no existe, no existe desde lo que hacías, desde lo que lograste emprender a lo largo de los años en tu país desde los estudios, desde tu familia todo eso quedó en el pasado». Sin embargo no se arrepiente porque ha logrado aportar a la lucha.

Yerlin es más imperativa y expresa que enfrentarse al desarraigo a la expulsión y la pérdida, psicológicamente es violento, «porque estás en un espacio que no te pertenece, estás en un limbo geográfico. El exilio es una cuestión violenta porque no tenés ningún lugar que te pertenezca porque tu país está en una situación que te expone que te amenaza; pero también estás en un país que no es tuyo, que la gente lleva su vida a diario, normal que la gente no está pensando en clave Nicaragua, mientras yo sí pienso en clave Nicaragua. Es más mi horario de sueño es mi horario de Nicaragua porque estoy al pendiente de la noticia», me relata.

La solidaridad les permite vivir

La suma de la solidaridad y las buenas voluntades de la gente les hace sentirse acuerpados, de alguna forma amortigua el cambio. Fidel dice que gracias a ello, han podido sobrevivir, «ayer una señora de Estelí me llamó y me dice no te sintás mal quisiera ayudarte, quisiera que vayamos a una tienda y que te comprés un par de zapatos, entonces le dije yo para no quitarle la ilusión, porque ando con los mismos zapatos que anduve en la UPOLI y en la UCA, vamos pues, no le iba a quitar la ilusión. De ahí un amigo me dejó las llaves de su apartamento porque sabe que estamos temporal aquí y, pues me dejó las llaves de su apartamento, lo único que no tiene es cocina y así vamos resolviendo», manifiesta.

El exilio ayuda a tejer redes y trabajar desde frentes de solidaridad abiertos con comunidades de autoconvocados/as en la incidencia, en la denuncia, me dice Yerling. Irse no es abandonar la lucha ni darse de baja, ni asumir una derrota, sino es tener mayores posibilidades de empujar la lucha política. Es un cambio de puesto, es un aprendizaje, manifiesta Fidel, «antes estabas en la barricada de Monimbó ahora estás en la barricada de Alemania, Suiza, Francia haciendo cosas por el país desde la comodidad porque no te están persiguiendo, no te están matando», finaliza.

8 comentarios sobre “«El exilio una cuestión violenta»

  1. Gracias por esa valentía chicos, y comparto ese exilio ahora con más estabilidad, pero yo emigre cuando apenas parecía una conspiración mi rebeldía, y lo viví en mi ciudad natal Matagalpa cuando ejercía de periodista independiente, y ya se sentía que enfrentarse a ellos y decir la verdad era sortear al toro con la manta, en ese momento si que era minúscula o así me sentía, jamás imaginé que mis convicciones hoy las compartiría con el 80% de la población. Sigamos marcando a pasos firmes esta nueva revolución, abriendo mentes y despertando conciencias en el mundo, que viva mi Nicaragua libre.

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  2. Es una odisea realmente, pero el trabajo que están realizando vale cualquier sufrimiento, tienen coraje, convicción, aspectos invaluable, son luchadores de esos que se les admira con valentía, son guerreros que estan dando todo por su patria.

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